Por: Esthel Vogrig
Este texto fue escrito para participar como invitada a una mesa de detracción de la danza, organizada por Nadia Lartigue y Juan Francisco Maldonado dentro del maratón de danza “Visiones Coreográficas” en el salón de danza de la UNAM en Marzo del 2011.
La danza contemporánea es un arte que está completamente atrasado en relación a las demás disciplinas artísticas, o sea, en relación al arte contemporáneo en general. Y con atrasado me refiero a que constantemente toma conceptos que provienen de otras disciplinas para explicarse a sí misma siendo incapaz de formular sus propios paradigmas teóricos.
Tanto es así que la danza no ha podido generar ningún estilo o postura estética que sea retomado por otras artes y hasta se podría decir que tiende a adoptar géneros ya caducos en otras disciplinas. Por ejemplo, en los ochentas y noventa la danza de Pina Bausch seguía definiéndose como “expresionista”, cuando en realidad ese género estaba bastante “passé” en las demás artes. Así como es el caso del término “danza conceptual”, que comenzó a utilizarse a mitad de los años ´90 para definir algunas propuestas europeas, cuando la idea de arte conceptual estaba presente desde los años ´60 en todas las demás áreas artísticas.
Es tan interesante el fenómeno que es muy común que ni siquiera esté clara la diferencia entre danza moderna y danza contemporánea, y que algunos ubiquen a lo contemporáneo casi desde los tiempos de Isadora Duncan , cosa que sería muy innovadora dado que aunque sea podríamos decir que la contemporaneidad en la danza comenzó mucho antes que en las demás artes, pero que obviamente no es cierta. Parece que lo único que todo bailarín tiene claro es que lo moderno y contemporáneo se bailan descalzos a diferencia del Ballet y otras cosas.
Esta carencia de claridad disciplinar en la danza podría explicarse si consideramos que esta ,desde su comienzo, ha tenido que tomar referencias de la literatura, la dramaturgia , el teatro , el circo, las artes visuales y ni decir de la música para desarrollarse y explicarse, siempre quedando subyugada a una relación de co-dependencia.
Podríamos decir que es una disciplina que no existe más que por referencia a otras dado que más del 90 por ciento de las obras de danza contemporánea depende de la música o de elementos visuales o de estructuras dramáticas para generar significado.
A nivel teórico la danza es tan “naive”, que cualquier ruptura que se está dando actualmente dentro de la escena contemporánea y que es recibida con ímpetu como un cambio de perspectiva , ,en realidad responde a paradigmas formulados hace mucho tiempo por el “performance” (como rama disciplinar de las artes visuales) o a ideas surgidas, también hace tiempo, en otras disciplinas . Así que el atraso de nuestro arte es evidente tanto como su completa incapacidad de definirse y nombrarse.
Será por las horas que se pasa uno haciendo abdominales o piruetas, o por un casi nulo cuestionamiento sobre qué y por qué hacemos las cosas. Podríamos decir que se ha dedicado tanto tiempo y esfuerzo a un desarrollo disciplinar en el plano técnico, que no queda espacio para pensar en qué es la danza contemporánea en un nivel más teórico.
Será porque apenas a comienzos del siglo pasado se establece la idea de independencia de la danza en relación a las demás disciplinas.
O a lo mejor será porque la danza está hecha para ser vivida, no representada, ni trabajada, ni ensayada ni supuesta y mucho menos hablada. Es como el sexo y las drogas, los haces o no los haces, pero es muy aburrido hablar de ellos.
Por lo que lo en lugar de intentar perseguir el nivel de complejidad presente en las demás disciplinas, sugeriría que mejor asumimos que la danza no alcanza aún el nivel de disciplina artística, porque no cuenta con suficientes bases para definirse y explicarse a sí misma. La danza más bien podría considerarse como una completa “indisciplina” (claro desde lo teórico) y a lo mejor desde ese plano encontraría un camino más propio para desarrollarse . Pero lamentablemente lo que ha predominado siempre a lo largo de la evolución de este arte es un intento de bailar y bailar siguiendo un mismo patrón, una misma historia, queriendo transmitir algo y poniendo a la danza a merced de significaciones externas . En todo caso la danza debería de ser algo espontáneo, y no una cosa forzada y homogeneizada por disciplinas que privan al cuerpo de su potencial creativo y que son muy similares al entrenamiento de un ejército.
Así que sugeriría a todos los que hasta ahora nos hemos dedicado a la danza, eliminar esa palabra en relación a un género artístico, intentar descubrir qué hacemos que no hacen otras disciplinas y si mientras nos preguntan qué hacemos, podemos quedarnos callados, o dejar un silencio en una oración, o mover la boca como si dijéramos algo, para dejar claro que sí hacemos algo, pero que aún no tiene nombre y definitivamente no es arte.
Y cómo bien dicen los bailarines se ven más bonitos calladitos, así que me callo.
(Las opiniones vertidas en este texto son circunstanciales y generadas por la tarea de descalificar la danza. Algunos puntos son muy discutibles si se amplia el campo de referencia. Cualquier comentario será bienvenido.e-mail: cuki100@hotmail.com)
L’importation de mots philosophiques et de discours, de textes de philosophes résultent chez les danseurs d’une capacité d’initiative plus volontariste qu’ailleurs. Il n’en reste pas moins que cette pratique des danseurs et chorégraphes, qui alimente leur réflexion, alimente aussi leur désir de produire une discours légitimant, dont la critique se nourrit ensuite pour procéder à une mise en catégorie des pratiques.
Véronique Fabri.
DANSE ET PHILOSOPHIE, Une pensée en construction
L’Harmattan, Paris 2007